Existe una Ley en el Alma que no cambia: cuando excluyo a mi Madre, me excluyo de la vida.

La relación con mi Madre es el primer gran vínculo que me configura. Ella es la puerta de entrada a mi vida, pues sin ella, no estaría aquí. Todo lo que llega después, el dinero, el amor de pareja, la salud y el propósito, encuentra su raíz en cómo me sitúo frente a mi Madre.

La forma común de proceder en casi todas las personas hasta que se encuentran con esta información y a modo Herramienta de Sanación deciden utilizarla para su correcta evolución, es avanzar en la vida sin “TOMAR A LA MADRE”. Normalmente la critican, la juzgan, la rechazan o simplemente la excluyen de su corazón. Lo hacen quizás por el dolor, por historias difíciles y por lo que no recibieron.

Cuando no tomo completamente a mi Madre, me desconecto de la abundancia. El dinero representa el flujo de la vida, y la vida llega primero a través de ella. Quien no ha Tomado a su Madre con Gratitud y Honra, suele vivir con dificultades económicas. Inconscientemente, se siente indigno/a de recibir. No importa cuánto luche o trabaje: si no Honra a la Madre, el Alma detiene el flujo, como si dijera: «Si no puedo tener a mi Madre, no tomaré nada».

Esto también afecta al amor de pareja. Si alguien no ha tomado profundamente a su Madre, buscará inconscientemente que su pareja le dé lo que no pudo tomar de ella. Así, las relaciones se desequilibran: uno exige (a veces inconscientemente) y el otro se agota. La pareja no está para sanar lo que faltó con los Padres, sino que está para caminar juntos desde la completitud y no desde la carencia.

En el cuerpo también se manifiesta esta desarmonía. La salud necesita un orden. Cuando estoy en paz con mi Madre, mi cuerpo puede relajarse, confiar y recibir. Pero cuando la rechazo, mi Alma lo expresa a través de enfermedades como una forma de recordarme que algo esencial ha sido interrumpido.

TOMAR A LA MADRE no significa aprobar todo lo que hizo o no hizo. Significa decirle internamente: “Tú eres mi Madre, y yo soy tu Hijo/a. Tomo la vida que me diste, con todo lo que vino con ella. Te tomo y te honro tal como eres.” Este movimiento abre una puerta en mi vida. Cierto que no cambia mi pasado, pero libera mi presente y le ofrece una nueva oportunidad a mi futuro. Me pone en mi lugar y a ella en el suyo y cuando ambas estamos en nuestros respectivos lugares y ordenamos nuestro rol dentro del vínculo, mi vida fluye, el dinero llega a mi con amabilidad, mis relaciones se ordenan, mi cuerpo se fortalece y mi Alma descansa.

Además, al TOMAR A LA MADRE, estoy tomando a todo mi Sistema Familiar, ese que hay detrás de ella. Detrás de mi Madre está su Madre, y detrás de ella, la suya, y así sucesivamente. Sanar este vínculo significa también liberar a mis Ancestros. Muchas veces cargué destinos que no eran míos, por amor ciego y por lealtad invisible. Al TOMAR A MI MADRE, le he dicho: “Gracias. Ahora yo vivo, y te honro y os honro con mi felicidad”.

Solo así, cuando TOMO A MI MADRE con humildad, puedo mirar al futuro con valentía, al dinero sin culpa, al amor sin necesidad, y a la vida con gratitud.

 

Y después de esta interesante introducción, elijo sumergirme un poco más en este tema que es un punto importantísimo en el epicentro de mi vida:

La Madre como fuente de vida, destino y realización

En la visión Sistémica, la Madre, además de ser una figura emocional y/o biológica también es un principio. Representa el sí a la vida, el permiso para estar aquí, el asentimiento a todo lo que soy. Cuando TOMO A MI MADRE, tomo también mi existencia tal como es.

Muchas veces, los conflictos con la Madre no son evidentes, no se manifiestan en la superficie, pero viven en la profundidad. Se expresan como apatía vital, dificultades para concretar proyectos, miedo al éxito o autosabotaje. Personas con grandes talentos no logran materializar nada, porque internamente rechazan el origen: su Madre. Es como intentar subir una escalera sin haber pisado el primer peldaño.

  • El dinero y la Madre

El dinero en Constelaciones Familiares no es solo un recurso, sino una manifestación del permiso para tomar. La Madre es quien nos enseña a recibir: alimento, cuidado, palabras, contacto. Si hubo interrupción en este flujo (abandono, negligencia, rigidez o incluso sobreprotección sofocante) la persona puede desarrollar un patrón de “no merecimiento”, que se traduce en:

  • Dificultad para cobrar por su trabajo.
  • Pérdida o fuga de dinero constante.
  • Sentimientos de culpa al tener más que otros.
  • Creencias como “el dinero me aleja de los que amo” (por lealtades al Sistema Familiar pobre).

Estos patrones no se resuelven con esfuerzo mental, sino con una reconciliación interna con la Madre. Al tomarla profundamente, se puede decir: “Así como tomé tu leche, tomo también todo lo que la vida me ofrece”.

  • La pareja y la Madre

La relación con la Madre influye directamente en cómo nos vinculamos con lo femenino (en mujeres) y cómo nos relacionamos con lo femenino en la pareja (en hombres). Algunas consecuencias de un vínculo interrumpido:

  • Mujeres que se vuelven “Madres” de sus parejas, repitiendo la función que no pudieron soltar.
  • Hombres que buscan a una Madre en la pareja o la rechazan temiendo ser controlados.
  • Dificultad para confiar, entregarse o recibir amor sin condiciones.

El Alma de la pareja necesita equilibrio. Cuando uno exige (aunque en ocasiones sea inconscientemente) lo que no recibió de la Madre, el vínculo se carga de una energía infantil. Solo al “dejar a la Madre en su lugar” y tomar lo que hasta ese momento no se había podido tomar, es posible ver al otro como un igual.

  • La salud y la Madre

El cuerpo lleva registros profundos del vínculo con la Madre. Desde el embarazo, cada emoción, tensión o carencia se graba en el sistema nervioso. Si el vínculo con ella fue inseguro o doloroso, el cuerpo puede reaccionar con:

  • Trastornos autoinmunes (el cuerpo no reconoce lo propio: como la Madre no fue reconocida).
  • Dolores crónicos sin causa médica (la lealtad al sufrimiento de la Madre o del linaje).
  • Problemas en el pecho, útero, aparato digestivo (órganos directamente vinculados con la función materna).

La sanación comienza cuando se puede decir interiormente: “Gracias, Mamá, por el cuerpo que me diste. Lo tomo como es, con todo lo que hay en él”. Solo desde esta aceptación se instala la salud como equilibrio, no como perfección.

  • Lealtades inconscientes: repitiendo destinos

Cuando alguien rechaza a la Madre, sin darse cuenta se une más a ella: no como hijo libre, sino como redentor. La lealtad Sistémica lleva a repetir destinos como forma de expirar culpas o equilibrar lo que el sistema no resolvió.

  • Una mujer que se niega a tener hijos por el dolor de su Madre.
  • Un hombre que fracasa repetidamente para no superar a su Madre sufriente.
  • Hijos que no prosperan para no “dejar sola” a la Madre.

Estas lealtades son invisibles, pero muy poderosas. Solo se disuelven cuando se le devuelve a la Madre su responsabilidad, su destino y su historia. Así el hijo o hija se libera con amor.

Tomar a la Madre es reconocer la vida como vino, con todo su dolor y toda su belleza. Es dejar de exigirle a Mamá lo que no pudo dar, y empezar a agradecer lo que sí dio: la vida. Quien puede tomar a la Madre, toma el mundo. Y quien toma el mundo, puede amar, crear, sanar y prosperar.

krista